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y2a -Vivimos en Extremistán, pero creemos que vivimos en Mediocristán

Vivimos en Extremistán, pero creemos que vivimos en Mediocristán


He leido estos días uno de los libros que más me han impresionado en los últimos tiempos. Me refiero a "El cisne negro" de Nassim Nicholas Taleb, de la editorial Paidós. Para explicar por qué, he de contar una pequeña historia personal. He trabajado algunos años en áreas de Estrategia con mucha ilusión, en especial desde la liberalización del sector de las telecomunicaciones en 1998. Sin embargo, siempre me sorprendió que, pese a que manejábamos mucha información, de fuentes muy solventes, mucha más información que cualquier otra persona normal, nuestras predicciones sobre lo que iba a ocurrir eran sistemáticamente fallidas, e incluso en el caso de que fueran acertadas en cuanto al fenómeno, siempre nos equivocábamos en el grado de éxito. Asi, en el plano de las tecnologías hay multitud de ejemplos de tecnologías disruptivas que no se vieron venir en su importancia (por ejemplo Internet), otras acabaron usándose para lo que no se pensaba (caso de redes sociales, los mensajes cortos, etc) y otras se pensaba que iban a tener éxito pero diez veces menos éxito (el caso de los móviles, el teléfono) y también al revés, lo que iba a arrasar, apenas despegó. En suma, tras creer que eso era porque yo no valía para este trabajo, finalmente dejé el mundo del pensamiento anticipado y me metí más en el mundo del día a día, de la prueba-error, en el que nos movemos casi todos, casi todo el tiempo.

Ahora este libro demuestra brillántemente, a través de sus 400 páginas, que estamos incapacitados para pensar en el futuro (que no era un defecto solo mío) ya que
somos ciegos respecto a lo aleatorio, en especial frente a las grandes desviaciones. Los eventos inesperados no son la excepción en la evolución de cualquier sector o sociedad, son lo habitual. Hoy estamos metidos en una crisis creada por lo inesperado. No vivimos en lo que él denomina Mediocristán donde se cumple la curva de Gauss y en la que las pequeñas o grandes fluctuaciones pasan desapercibidas en la media y apenas la alteran. Vivimos en Extremistán, en la que cualquier desviación produce un gran efecto, un gran cambio. La curva de Gauss se cumple para las leyes del juego pero en absoluto para la vida. Es sorpendente también en el libro el fuerte ataque que el autor lanza contra esa curva y al estadística asociada a ella, en especial si se intenta aplicar a entender o predecir la realidad que nos circunda. Aboga por abolirla de los planes de estudio como un bien para la Humanidad.

Todo esto es porque vivimos en un
sistema dinámico, la vida es un sistema dinámico, sometido a las limitaciones de lo no lineal, de la teoría del caos. Pequeñas variaciones en un parámetro inicial producen resultados muy diferentes. Además, como creemos que vivimos en Mediocristán, y no en Extremistán, no planificamos contando con las rarezas, planificamos con las medias y las proyecciones lineales y en frase del libro: "La incapacidad de predecir las rarezas implica la incapacidad de predecir el curso de la historia".

Evidentemente todo esto no es más que un mal y rápido resumen del libro. A lo largo de otros post me gustaría desgranar más frases y pensamientos del mismo pues da para muchas reflexiones. Incluso, su lectura, me ha hecho redescubrir a un matemático francés (Henri Poincaré)de principios del XX, del que tenía dos libros desde la Universidad (que no había leído) y que ya por 1905 (hace más de 100 años) se planteaba la raíz de nuestras limitaciones naturales para hacer predicciones del futuro.

Tampoco la biología ayuda,
el modo en que funciona nuestro cerebro, para lo que parece estar optimizado no es para buscar la verdad sino para alejarnos de la incertidumbre aunque sea con explicaciones totalmente erróneas, pero eso ya lo dejo para otras entradas porque merece la pena detenerse en ello. Queda lo dicho como un modo de levantar la curiosidad por un magnífico texto.